Aquí y ahora | Mujeres

Ana Cristina Bracho

anacristinabracho2@gmail.com

Durante las últimas décadas se ha hecho cada vez más común intentar fraccionar la realidad. Mirar el mundo, nuestras sociedades no como una unidad homogénea e integrada sino en sus partes, donde las personas tienen características que los diferencian de algunos y les unen a otros, como su nacionalidad, género, sexo, edad o preferencias. Esto para algunos rompe las nociones de comunidad e incluso la conciencia de clase pues estamos tan cerrados en colectivos más pequeños, en problemas identitarios que el universo parece que se achica. Para otros, sólo en descifrar quién somos realmente y unirnos a quienes comparten esas características podremos liberarnos. Quizás una y otra mirada sirvan si sabemos cómo usarlas y cómo evitar que nos rompan las grandes banderas.

Por debajo del gran debate, está la herramienta para comprender la realidad en la que se constituye el enfoque diferenciado. Hay procesos que no lastiman de la misma manera a todos los sujetos. Por ejemplo, la guerra o los bloqueos. Sobre ellos, la perspectiva de género, así como la reflexión de las distintas causas de vulnerabilidad previa son muy importantes. Saber, por ejemplo, que la crisis siempre pega más duro desde abajo, a quienes tienen enfermedades o dificultades previas.

¿Cómo han afectado las medidas coercitivas unilaterales la salud? ¿Quiénes son las personas más vulnerables a los periodos de poco acceso a medicamentos o al crecimiento exponencial de sus precios? ¿Cómo se relaciona esto con las patologías que se han venido posicionando cómo las más recurrentes en Venezuela y en el continente? ¿De qué se enferman y mueren las mujeres? ¿y los hombres?

Por tomar un solo tema, la mortalidad materna es la principal causa de muerte entre mujeres en edad reproductiva a nivel global. Más de 1,500 mujeres y niñas mueren cada día a causa de complicaciones relacionadas con el embarazo y el parto; lo que se traduce en cerca de 550 mil muertes anuales. Combatirlo es uno de los objetivos a los que debe dedicarse la humanidad entera procurando la maternidad segura, deseada y saludable.

Para llegar allí, uno de los temas centrales es la garantía de los derechos sexuales y reproductivos. Para la ONU, su plena garantía permitiría (a) ejercer la sexualidad de manera independiente de la reproducción; (b) estar libre de discriminación, presión o violencia en nuestras vidas sexuales y en las decisiones sexuales; (c) contar con acceso a educación sexual (y afectiva) desde temprana edad dirigida al desarrollo de la persona y el ejercicio responsable de la sexualidad en forma plena, libre e informada y, (d) tener acceso a servicios médicos de calidad, adecuada y digna para la salud.

Lo que exige, que los servicios de salud sexual y reproductiva sean accesibles -que la gente pueda ir gratuitamente o a bajo costos-, que no exista violencia obstétrica, que haya condiciones para la salud menstrual, acceso a la anticoncepción, medicamentos esenciales, acompañamiento en la planificación, el embarazo y sus fases posteriores. Lo que nos exige una infraestructura, con todos sus especialistas y suministros a disposición de las familias y especialmente, de las mujeres.

¿Cómo ha sido el acceso a todos estos temas durante estos años de recrudecimiento del bloqueo? ¿Se nos han olvidado los tiempos en los que desaparecieron las toallas sanitarias, tampones y demás insumos? ¿Cuál es el costo de adquisición de una pastilla anticonceptiva o el acceso a otros métodos?

En tiempos donde se construye una Misión enfocada en las mujeres que se viene hablando que la principal preocupación de las mujeres es la salud, el trabajo y la educación. Hay que poner la luz en diagnosticar las situaciones para poder usarla como herramienta para la garantía de derechos, donde pocos, se relacionan tanto con la vida como la salud.

Decía Schopenhauer que nueve décimas partes de nuestra felicidad se fundan en la salud. Esto no debemos perderlo de vista.

Sanar el país, de todas las heridas que estas medidas le han causado es una acción en los cuerpos y en las mentes de quienes aquí vivimos. En especial, de las mujeres que somos la mayoría de esta Nación.

Cortesía del Correo del Orinoco, edición del sábado 20 de abril de 2024.